Arquitectos: Ignacio Martínez Molina
Colaboración: Javier Miró Rodriguez, Carlos García Sanchez, Clara Vila Santandreu, Esmeralda Burgoa Vela,
Estructuras: José Luis Gutiérrez López
Fotografías: MV
Concurso: Primer Premio
Ubicación: Sant Adrià de Besòs. Barcelona
Superficie: 3.250 m2
Constructora: Isolux -Corsán
Cliente: Ajuntament de Sant Adrià de Besòs
2006
La zona de actuación se encuentra en una parcela frente al río Besòs, junto a un paseo arbolado. La zona abarca una manzana en la que existían distintas edificaciones independientes: un edificio industrial de 1930, un polideportivo de la década de los 60, y otros pequeños volúmenes.
El punto de partida del proyecto es ordenar globalmente la manzana mediante las nuevas construcciones y el programa requerido. Trabajar para cohesionar lo existente y solucionar los problemas de relación volumétrica y funcional entre lo presente y lo que se va a construir.
El otro objetivo del proyecto es revitalizar la ribera del río, recuperar el paseo arbolado y reconvertir lo que es una zona degradada, en parte activa de la ciudad. Para ello, al contrario de como tradicionalmente se ha hecho en el municipio, los accesos a los nuevos edificios se localizan en el río y por tanto la fachada principal.
Todo esto se consigue mediante la formación de una plataforma común, una suerte de bandeja, que sirve de base, de nexo, o de soporte visual de los distintos volúmenes; los existentes y los nuevos. Se trata de un cuerpo bajo, de una altura, que permite hacer una fachada continua en toda la manzana y que, a su vez, conecta todos las edificaciones en planta baja. Esta plataforma se adapta al solar y se perfora, allí donde es necesario dar luz en planta baja.
Sobre la base de esta plataforma, se levanta el nuevo pabellón junto a un volumen con el acceso a la pista que nos sirve para ocultar la agresiva fachada del antiguo polideportivo anexo.
El proyecto persigue de forma absoluta la respuesta urbana, la creación de espacio público desde el proyecto de arquitectura, la prolongación de los recorridos peatonales, la permeabilidad de la planta baja. Para ello se crea una plaza de cara a la ciudad y una nueva calle, peatonal, que conecta esa nueva plaza con el paseo arbolado del río. Grandes ventanales, transparentes o mates dinamizan e iluminan la calle peatonal como la plaza.
Se aspira a dar respuesta a las distintas escalas de percepción que se tienen de la manzana. El cuerpo bajo busca una transición volumétrica desde la escala peatonal del paseo arbolado alejando las grandes fachadas ciegas. También se intenta responder a la mayor escala, relacionada con la ciudad, que se percibe desde el otro lado del río y la autopista, buscando un equilibrio formal entre todos los edificos y unificandolos mediante la nitidez del color blanco en todas sus fachadas, fundamentalmente ciegas
El Pabellón Polideportivo se concibe como un volumen rotundo pero retranqueado de los lindes, realizado en hormigón (prefabricado), entendido como un cerramiento duro, resistente, que proteja del soleamiento. Pero por dentro se convierte en una caja de madera, perforada para adaptarse al lugar: por el techo, con lucernarios que introducen luz natural, pero también por las esquinas para percibir el exterior, para que el paseo arbolado penetre en el edificio y permita prolongar el interior mediante terrazas, que son las cubiertas de ese cuerpo bajo o plataforma.
El edificio industrial se rehabilita como centro cultural, sin más pretensiones que la de respetar su concepción diáfana y racional
Se utilizan pocos materiales: ladrillo a cara vista en las zonas de contacto con las personas, hasta 2,50 o 3 m de altura, y el resto mediante hormigón blanco prefabricado o enfoscados monocapa del mismo color.